En el año 1478 fue editada en Valencia por la imprenta del alemán Lambert Palmart una Biblia en valenciano con una tirada de 600 ejemplares. Pocos años después, la propia iglesia inicia una cruzada contra este libro por considerarlo herético, y es la Santa Inquisición, con Juan de Monasterio a la cabeza, la encargada de llevar a cabo la destrucción de esta edición y la de perseguir a todos aquellos que poseyeran un ejemplar o una parte del mismo. En la actualidad, de los 600 ejemplares sólo se conserva una última página, la cual se puede ver en la Hispanic Society of America, en Nueva York. Hasta aquí los hechos históricos.
A partir de este punto, Silvestre Vilaplana mezcla la historia con la ficción y nos lo presenta en su penúltima novela "L'estany de foc", publicada por la editorial Bromera en 2010. Podríamos decir que existen varios personajes principales, unos inventados y otros que existieron realmente: Daniel Vives, poseedor del que parece ser el último ejemplar de la Biblia Valenciana, el cual colaboró en la creación de esta obra; Juan de Monasterio, Inquisidor Major de València y perseguidor de herejes; Castor, personaje deforme y espía bajo las órdenes de Monasterio; y Pere Torrella, médico de origen judío. Alrededor de estos personajes se mueven otros secundarios y, entre todos, consiguen recrear perfectamente la atmósfera de la València de la edad media: el miedo a la Inquisición y a la peste, la desconfianza y miseria de la población, judíos y musulmanes que mantenían su fe de puertas adentro... Así, Vilaplana nos hace seguir los pasos de la última Biblia Valenciana de forma amena y emocionante, por lo que si queréis saber más vais a tener que leer el libro. Os gustará.
Para acabar, decir que este trabajo fue galardonado con el Premi Blai Bellver de Narrativa de 2009, por lo que se suma un motivo más para no dejar pasar esta historia. Por cierto, el autor tuvo la amabilidad de dedicarme mi ejemplar en la presentación que hizo en Muro en diciembre de 2012.
Para acabar, decir que este trabajo fue galardonado con el Premi Blai Bellver de Narrativa de 2009, por lo que se suma un motivo más para no dejar pasar esta historia. Por cierto, el autor tuvo la amabilidad de dedicarme mi ejemplar en la presentación que hizo en Muro en diciembre de 2012.
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